El 25 de septiembre de 2015 comenzaron los intercambios de mensajes entre Joaquín “El Chapo” Guzmán y la actriz Kate del Castillo, utilizando inicialmente el teléfono de un abogado del capo. Lo que empezó como un contacto profesional para un proyecto cinematográfico pronto derivó en un intercambio de mensajes cada vez más personales y halagadores. Las conversaciones revelan cómo el narcotraficante procuró generar confianza y cercanía con la actriz, asegurándole que la cuidaría “más que a sus propios ojos” durante su planeada visita a Sinaloa.

Con el paso de los días, El Chapo envió a Kate un teléfono exclusivo para que pudieran comunicarse sin intermediarios. La relación epistolar reflejaba una mezcla de admiración por la actriz, marcada por constantes cumplidos, y la logística para llevar adelante el proyecto fílmico. A pesar de las advertencias sobre la vigilancia de las autoridades, ambos siguieron en contacto, afinando detalles sobre encuentros y sobre la estrategia para producir una entrevista que, según Kate, debía mostrar una visión diferente de la figura de Guzmán.

A medida que las semanas avanzaban, el tono de los mensajes se volvió más emocional. El capo insistía en su deseo de conocerla en persona, mientras Kate mostraba preocupación por los riesgos que implicaba el contacto. La relación quedó plasmada en un cúmulo de mensajes que hoy ilustran cómo un intercambio aparentemente profesional se transformó en una historia donde se entremezclaron fascinación, riesgos y una compleja operación mediática que capturó la atención internacional.