El mercado laboral en Estados Unidos muestra signos de enfriamiento, según los últimos datos oficiales. En abril de 2025, el país añadió 177.000 nuevos empleos, superando las previsiones, pero por debajo de los 185.000 reportados en marzo. La tasa de desempleo se mantuvo estable en 4,2%, aunque las solicitudes de ayuda por desempleo aumentaron a 247.000 en la última semana de mayo, el nivel más alto desde octubre de 2024.

Además, las ofertas de empleo aumentaron inesperadamente a 7,4 millones en abril, sugiriendo que el mercado laboral sigue siendo resistente frente a la incertidumbre derivada de las políticas comerciales de la administración Trump . Sin embargo, el número de estadounidenses que dejaron sus empleos disminuyó, y los despidos aumentaron, indicando posibles indicios de enfriamiento.

A pesar de la estabilidad general, estos datos sugieren que el mercado laboral estadounidense podría estar entrando en una fase de desaceleración, lo que podría tener implicaciones para la economía en el futuro cercano.

Expertos en economía advierten que este enfriamiento del mercado laboral podría estar relacionado con la cautela de las empresas ante la incertidumbre económica global y los posibles aumentos en las tasas de interés por parte de la Reserva Federal. Aunque no se observan despidos masivos, muchas compañías han optado por congelar contrataciones o reducir el ritmo de nuevas aperturas de puestos, afectando especialmente a los sectores de tecnología, manufactura y servicios.

El aumento de personas recibiendo beneficios por desempleo casi 2 millones actualmente, la cifra más alta desde 2021— refleja una creciente dificultad para reincorporarse rápidamente al mercado laboral. Esto podría traducirse en un descenso en el poder adquisitivo de los hogares, afectando el consumo interno, que representa una gran parte del crecimiento económico de EE.UU.

En este contexto, analistas financieros y políticos vigilan de cerca la evolución del mercado laboral, ya que podría influir directamente en las próximas decisiones de política monetaria, así como en el clima electoral de cara a las elecciones presidenciales de 2026. El futuro inmediato dependerá en gran medida de cómo respondan tanto el gobierno como el sector privado a estas señales tempranas de desaceleración.