Mientras el Ministerio de Interior y Policía asegura que los niveles de delincuencia en República Dominicana han disminuido “de forma considerable”, las opiniones en las calles —recogidas con el característico estilo de Trompo Loco— dibujan una realidad muy distinta. El ministro José Ramón Fadul (apodado popularmente “Monchi”) afirmó que la tasa de delitos comunes ronda los 16 por cada 100,000 habitantes, una cifra que, según él, representa una mejora frente al pasado reciente. Sin embargo, los ciudadanos entrevistados no parecen compartir ese optimismo.

Con testimonios que van desde robos a plena luz del día hasta atracos presenciados en sus propios barrios, los entrevistados contradicen abiertamente las declaraciones oficiales. “Monchi que se tire a la calle”, dijo un vendedor, indignado tras relatar que le quitaron a su primo un motor frente a todos y nadie actuó. Otros señalaron que no se sienten seguros ni con 100 pesos en el bolsillo, y que la tranquilidad prometida no se siente en las esquinas, mucho menos en los barrios más vulnerables. La diferencia entre estadística y percepción se vuelve abismal cuando la experiencia ciudadana se impone al discurso gubernamental.

Lo cierto es que, aunque algunos encuestados admiten haber visto menos noticias de atracos recientemente, la mayoría mantiene una postura escéptica. La percepción de inseguridad sigue siendo alta, alimentada por experiencias personales, rumores de barrio y la sensación de abandono institucional. Entre bromas, sarcasmos y verdades crudas, Trompo Loco logra retratar la grieta entre la promesa política y el miedo cotidiano del dominicano común.