El Ministerio de Transporte de China anunció este martes el inicio de una pesquisa para evaluar los efectos de los aranceles portuarios impuestos por Estados Unidos a los barcos chinos, los cuales, según Pekín, podrían amenazar la seguridad nacional y el desarrollo de su industria marítima y naval.

La medida coincide con la entrada en vigor de las nuevas tasas estadounidenses y de los aranceles de represalia aplicados por China, en respuesta a lo que considera un uso abusivo del concepto de “seguridad nacional” por parte de Washington. Las autoridades chinas indicaron que el estudio analizará hasta qué punto los sectores navales del país han sido afectados o podrían serlo por la investigación estadounidense bajo la sección 301.

El gobierno chino advirtió que, dependiendo de los resultados de la investigación, podría aplicar medidas adicionales para proteger sus intereses y las cadenas de suministro vinculadas al comercio marítimo. Pekín reiteró que no busca una guerra comercial con Estados Unidos, pero aseguró que “tampoco la teme”, en medio de una creciente tensión económica entre ambas potencias.

La investigación también examinará si empresas o individuos chinos han colaborado de alguna forma con las medidas restrictivas de Estados Unidos, con el objetivo de determinar responsabilidades y posibles impactos internos en la industria. Las autoridades señalaron que el proceso incluirá la recopilación de datos de puertos, astilleros y operadores de transporte marítimo para evaluar los daños económicos y estratégicos.

Expertos en comercio internacional consideran que esta pesquisa podría marcar un nuevo capítulo en la disputa económica entre Estados Unidos y China, y podría derivar en sanciones recíprocas o ajustes regulatorios que afecten el comercio global. Se espera que los resultados sean presentados en las próximas semanas, en medio de negociaciones diplomáticas y comerciales aún en curso entre ambos países.

Mientras tanto, el Ministerio de Comercio chino enfatizó que, pese a las tensiones, mantiene abierta la puerta al diálogo y la cooperación con Estados Unidos, buscando minimizar impactos negativos en la economía nacional y en la estabilidad del comercio marítimo internacional, fundamental para las cadenas de suministro globales.