La comunidad de inteligencia estadounidense reiteró su convicción de que Rusia ejecutó un ciberataque como parte de una estrategia más amplia para interferir en las elecciones presidenciales de noviembre pasado. En una audiencia del Comité de Servicios Armados del Senado, el director nacional de Inteligencia, James Clapper, aseguró estar “más convencido que nunca” de la implicación rusa en los hackeos. A pocos días de la asunción de Donald Trump, el tema genera tensión entre las agencias de inteligencia y el presidente electo, quien ha mostrado escepticismo ante las conclusiones oficiales.
El analista internacional Jorge Dávila Miguel, entrevistado desde Miami, advirtió que esta disputa entre Trump y las agencias de seguridad podría poner en crisis la noción misma de Estado. Según su análisis, la desconfianza del mandatario hacia instituciones permanentes del gobierno socava la continuidad y estabilidad que garantizan la seguridad nacional. Dávila Miguel calificó la situación como “inédita y preocupante”, al considerar que el futuro mandatario podría politizar cargos destinados a ser imparciales.
Mientras tanto, figuras influyentes como el senador John McCain calificaron el hackeo como “un acto de guerra”. Sin embargo, las autoridades estadounidenses han aclarado que, aunque hubo interferencia, no se alteraron los resultados electorales. La polémica se centra, entonces, en el uso político de la información obtenida de los correos del Partido Demócrata, un episodio que sigue generando desconfianza, divisiones y perplejidad en la opinión pública estadounidense.