El panel de Mujeres al Borde analizó el creciente peso de la reputación digital en la vida personal y profesional, destacando que hoy los empleadores revisan primero las redes sociales antes que un currículum. Las panelistas señalaron que la imagen en línea “vende y factura”, no solo económicamente, sino también a nivel emocional y relacional. La experta invitada subrayó que cuentas basadas en perfección y superficialidad atraen audiencias que tienden a criticar, alimentando un ambiente que puede dañar la salud mental.
Las figuras públicas presentes compartieron experiencias sobre cómo el manejo de redes afecta su autenticidad, su privacidad y hasta sus relaciones amorosas. Coincidieron en que mostrar solo lo “perfecto” impulsa el seguimiento, pero también expone a rumores, juicios y comparaciones dañinas. A pesar de esto, destacaron la responsabilidad que implica tener influencia digital, pues las redes sociales pueden modificar conductas, inspirar a jóvenes y generar impacto social positivo.
El panel enfatizó la importancia de usar la plataforma con propósito, promoviendo valores y proyectos que beneficien a la comunidad. Recordaron iniciativas sociales que han surgido gracias a la influencia digital, al tiempo que denunciaron el peso desproporcionado que se le da a la vida sexual o privada de las mujeres. El llamado final fue claro: dejar de juzgar, reconocer el potencial de cada creadora de contenido y usar las redes como herramienta de aporte, no de destrucción.