Gene Sharp fue guía de los serbios que expulsaron a Milosevic o de los egipcios que encendieron la mecha de la primavera árabe.

FUE UNA de esas cosas que, a falta de mejor nombre, todavía llamamos un azar: justo esa mañana me pregunté qué habría sido de él. Lo recordé porque hablábamos de Ucrania y la primavera árabe y otras revueltas que utilizaron sus métodos y recordé lo viejo que estaba y sus problemas de salud —y temí. Hace unos años me habría quedado en el temor, pero ya no hay lugar para la duda. La especulación, la conjetura, todo lo que sostenía la nunca bien ponderada charla de café ha caído bajo las garras de Google; no hay incertidumbre que tenga derecho a durar más de 0,67 segundos. Esta vez el dato me dejó sin aliento: Gene Sharp se había muerto el día anterior. Fue el 2 de febrero, hace un par de semanas.