Una investigación internacional reveló que adoptar una semana laboral de cuatro días tiene efectos positivos significativos en la salud física y mental de los trabajadores. El estudio, que involucró a más de 2,800 empleados en 140 empresas distribuidas en seis países, concluyó que esta modalidad laboral mejora la satisfacción en el trabajo, reduce la fatiga, optimiza la calidad del sueño y favorece el equilibrio entre la vida personal y profesional.
Los participantes del experimento reportaron sentirse menos estresados y más productivos, mientras las empresas no evidenciaron pérdidas en su rendimiento. De hecho, varias organizaciones indicaron que la eficiencia se mantuvo o incluso mejoró, lo que refuerza la viabilidad del modelo.
Especialistas en salud laboral y economía ven estos resultados como una señal clara de que el tradicional esquema de cinco días podría estar quedando atrás. El estudio se suma a un creciente cuerpo de evidencia que respalda la jornada reducida como una solución tanto para mejorar el bienestar como para aumentar la productividad empresarial.
Además de los beneficios individuales, el informe destaca impactos positivos a nivel organizacional. Las empresas participantes notaron una disminución en el ausentismo y un aumento en la retención de talento, lo que sugiere que ofrecer una semana laboral más corta podría ser una estrategia eficaz para combatir la rotación de empleados. También se observaron mejoras en la colaboración y el compromiso dentro de los equipos.
Los investigadores señalaron que uno de los factores clave para el éxito del modelo fue una planificación adecuada. Las compañías que lograron resultados más sólidos adoptaron medidas como la optimización de reuniones, la automatización de procesos rutinarios y una mejor gestión del tiempo. Estas prácticas permitieron mantener o incluso superar los niveles de productividad de una semana laboral tradicional.
Ante estos hallazgos, diversos gobiernos y organizaciones sindicales han comenzado a considerar seriamente la viabilidad de legislar semanas laborales más cortas. En países como España, Japón y el Reino Unido ya se han iniciado programas piloto respaldados por el Estado. La discusión global sobre el futuro del trabajo parece inclinarse hacia modelos más humanos, sostenibles y equilibrados.