Washington D.C.— Con solo horas para evitar un cierre del gobierno federal, el presidente Donald Trump se prepara para recibir este lunes en la Casa Blanca a los líderes del Congreso. A la reunión asistirán los presidentes de ambas cámaras, los republicanos Mike Johnson y John Tun, y los demócratas Jaquim Jeffrees y Chuck Schumer, en un intento de llegar a un acuerdo de última hora. El encuentro sigue a la cancelación abrupta de otra cita el jueves pasado, lo que aumentó la incertidumbre sobre la continuidad de las operaciones federales.
Trump advirtió en una entrevista con NBC News que el cierre del gobierno es una posibilidad real, insistiendo en que cualquier negociación debe realizarse de “buena fe” y criticando los reclamos de los demócratas sobre créditos tributarios de Obama. Mientras tanto, los republicanos, aunque controlan el Senado, no cuentan con los 60 votos necesarios para aprobar el presupuesto sin el apoyo de al menos ocho demócratas, lo que deja la situación al borde del colapso.
Si se produce el cierre, la megaley presupuestaria de Trump mantendría en funcionamiento solo ciertas áreas prioritarias, como defensa y seguridad pública, mientras que cientos de miles de empleados federales podrían enfrentarse a despidos temporales. Las próximas horas serán decisivas para determinar si Washington logra evitar un parón que afectaría a millones de estadounidenses.
El domingo, la bancada demócrata se reunió en privado para coordinar su estrategia de cara a las negociaciones, aunque algunos senadores ya adelantaron que podrían romper filas, aumentando la incertidumbre sobre el resultado final. La tensión se palpaba en los pasillos del Congreso, donde la presión mediática y política ha ido en aumento, mientras los ciudadanos siguen de cerca las noticias sobre posibles interrupciones en los servicios federales.
Expertos en política aseguran que, de concretarse el cierre, el impacto no solo sería económico, sino también social, afectando desde agencias gubernamentales hasta programas de asistencia, y dejando a millones de familias estadounidenses en un limbo temporal. Mientras tanto, la Casa Blanca y los líderes del Congreso tienen apenas horas para encontrar un acuerdo que evite lo que muchos ya consideran un desenlace casi inevitable.