Residentes de distintos sectores del país reclamaron a las autoridades un mayor control frente a la contaminación sónica que se genera durante las festividades, debido al incremento de fiestas improvisadas y música a altos decibeles, especialmente en barrios populares.
Ciudadanos denuncian que el desorden se ha vuelto recurrente en estas fechas, afectando la tranquilidad de comunidades completas. Señalan que la música a volumen excesivo se extiende por largas horas de la noche, sin tomar en cuenta a personas enfermas, envejecientes o niños.
El impacto en la salud es una de las principales preocupaciones. Don Hipólito Tabárez, adulto mayor residente en uno de los sectores afectados, aseguró que los ruidos constantes alteran su descanso y bienestar, generándole estrés y afectaciones físicas durante las madrugadas.
Por su parte, Paulina de la Cruz, residente del sector Cristo Rey, criticó la falta de empatía vecinal y llamó a la conciencia ciudadana. Sostuvo que escuchar música es un derecho, pero a un volumen personal, no para imponerlo a todo el entorno, especialmente cuando hay vecinos con condiciones de salud delicadas.
Desde la industria musical, algunos trabajadores reconocen que estas fechas representan una oportunidad para incrementar sus ingresos; sin embargo, coincidieron en que las celebraciones no deberían extenderse hasta altas horas de la madrugada, como las 4:00 a. m., ni perturbar el descanso de las comunidades.
El reporte concluye que la contaminación sónica se intensifica tanto en barrios como en residenciales durante los días festivos, provocando un aumento significativo en las quejas ciudadanas y reforzando el llamado a una intervención más efectiva de las autoridades competentes.