SANTO DOMINGO. – Nelson Félix Miranda, el hombre que el pasado domingo asesinó a su esposa de 65 años y a su suegra de 85 antes de suicidarse, era un feminicida reincidente que ya había cometido un crimen similar en 1978. Aquel año, Félix Miranda disparó cuatro veces contra su primera esposa, Ana Breu, tras un conflicto por negarse a vivir arrimada con los padres de su esposo, pero nunca fue procesado debido a sus influencias familiares.

Según los registros de la época, Félix Miranda era primo del oficial de policía Mario Peguero Hermida, conocido como “Mario la Pólvora”, lo que habría facilitado que el asesinato quedara impune. Más de 40 años después, el hombre repitió el crimen, llevándose la vida de dos mujeres más y dejando en evidencia la persistencia de la violencia contra la mujer en el país.

Organizaciones como Vida Sin Violencia reportan que, hasta la fecha, en 2025 se han registrado 50 feminicidios y 64 huérfanos. Este caso ha reavivado el debate sobre la necesidad de educación en equidad de género y la implementación efectiva de leyes que protejan a las mujeres, mientras el Congreso dominicano discute nuevas iniciativas para declarar emergencia nacional ante la ola de feminicidios y filicidios.

Expertos en violencia de género advierten que la impunidad histórica y la falta de educación sobre igualdad entre hombres y mujeres contribuyen a que estos crímenes se repitan. Además, señalan que la sociedad dominicana enfrenta un desafío estructural para prevenir la violencia doméstica, pues todavía existen sectores que minimizan la gravedad de estos delitos.

El caso de Félix Miranda también ha puesto sobre la mesa la discusión sobre la protección de los adultos mayores y mujeres vulnerables, ya que su última víctima tenía 85 años y su defensa legal era prácticamente inexistente. Activistas llaman a reforzar las políticas públicas para garantizar seguridad y atención a grupos de riesgo, especialmente en hogares donde existen conflictos familiares históricos.

Por otro lado, la cobertura mediática ha generado un debate sobre cómo los medios informan estos crímenes y su impacto en la opinión pública. Mientras algunos denuncian sensacionalismo, otros sostienen que visibilizar estos hechos es esencial para presionar al Estado a actuar con mayor eficacia y prevenir nuevos feminicidios.