En el Valle de Arroyo Hondo, la Hermana Felicitas Germán ha dedicado los últimos 17 años de su vida a un ministerio único: preparar y distribuir cada jueves dos grandes ollas de sopa que reparte puerta por puerta a más de 70 enfermos de la comunidad. Su labor, acompañada por un grupo de hermanas, nació de la necesidad de aliviar el dolor ajeno con gestos sencillos de amor y solidaridad.

La inspiración de Felicitas surgió tanto de su propia experiencia cuidando a su madre enferma como del testimonio de Santa María de la Providencia, a quien adoptó como modelo espiritual. Tras la muerte de su esposo, encontró en la fe la fortaleza para transformar su dolor en servicio. Desde entonces, ha convertido cada cucharada de sopa en un símbolo de consuelo, esperanza y acompañamiento para quienes más lo necesitan.

Hoy, su obra no solo alimenta cuerpos, sino también corazones. Reconocida como un ejemplo vivo de entrega desinteresada, la Hermana Germán encarna el espíritu de la frase de la madre Teresa de Calcuta: “dar hasta que duela”. Para muchos en Arroyo Hondo, ella es prueba de que servir al prójimo es la más profunda expresión de amor a Dios.