Llegar a la vida adulta debería ser sinónimo de una actitud madura ante la vida. Se trata de un proceso natural donde después de haber pasado la adolescencia, el cerebro ha alcanzado su desarrollo pleno y la persona alcanza un cierto equilibrio emocional.

Pero entonces ¿Por qué algunas personas se comportan como niños? Caprichosos, intolerantes a la frustración, victimismo, egoísmo, son adultos que parece que no han dejado las actitudes infantiles. Vamos a intentar dar claridad a este asunto.