Durante su participación en El Despertador, Marino Zapete expone con crudeza la raíz estructural de la delincuencia que sacude a la República Dominicana. El periodista comenta varios hechos recientes ocurridos tanto en la capital como en Santiago, donde salones de belleza y comercios son blanco de asaltantes que operan con impunidad. En uno de los casos, dos hombres armados irrumpen en un centro de uñas, encañonan a clientas, se llevan celulares, carteras y hasta una laptop. Otro incidente ocurre en Santiago, donde delincuentes saquean una tienda en plena madrugada. Los afectados coinciden en una queja común: la falta de confianza en las autoridades.

Frente a estos hechos, Zapete plantea que el verdadero problema no está solo en los delincuentes comunes, sino en el modelo de impunidad que proviene de las altas esferas del poder. “Aquí los ladrones están arriba”, sentencia. Para el comunicador, las estructuras judiciales y policiales están diseñadas para proteger a los poderosos que por décadas han saqueado al país. Según él, esa cultura de corrupción sistémica ha generado un efecto dominó: si el que roba desde el poder es admirado o intocable, ¿cómo exigir integridad al que apenas sobrevive en la calle?

Zapete concluye que no se trata de que el pueblo dominicano sea genéticamente propenso al crimen, sino de que el país ha sido secuestrado por “bandas de asaltantes con corbata” que han dejado a la población sin oportunidades reales. En esa lógica perversa, incluso los policías de bajo rango —con salarios de miseria— se ven empujados a participar en el delito como medio de subsistencia. Para él, esta cadena de complicidad institucional alimenta un ciclo interminable de impunidad, miedo e injusticia social.