Pese a vivir rodeados de aguas cristalinas y paisajes paradisíacos, los residentes de Isla Saona enfrentan serias dificultades para salir de su territorio. En esta cuarta entrega de reportajes especiales sobre el islote, se revela que la falta de transporte acuático permanente ha convertido cualquier traslado en una odisea para los pobladores de Mano Juan y Catuano.

Mano Juan, un asentamiento de pescadores con casas de madera, y Catuano, una playa con destacamento de la Armada, son los dos núcleos habitados de manera fija en la isla. En ambas comunidades, los residentes coinciden en que, ante una emergencia, deben depender de embarcaciones prestadas o arriesgarse a navegar de noche en condiciones peligrosas. “Salir de aquí en alta mar es tentar la muerte”, expresó un habitante, enfatizando el riesgo constante que viven ante la falta de un transporte institucional.

Aunque la Armada ha mostrado disposición para colaborar en situaciones críticas, los isleños consideran que debe establecerse una lancha fija con combustible disponible y, si es posible, un médico en la zona para garantizar la atención inmediata. A esto se suma la burocracia que enfrentan incluso para reparar sus viviendas: “Hasta para poner una tablita hay que pedir permiso”, denuncian, reclamando mayor autonomía y reconocimiento como ciudadanos de pleno derecho. A pesar de la precariedad, destacan con orgullo que su isla es un lugar seguro, libre de delincuencia.