El Gobierno de Estados Unidos declaró este martes que no ha identificado “ninguna evidencia” de fraude electoral en las elecciones presidenciales de Honduras, donde el candidato conservador Nasry “Tito” Asfura, respaldado públicamente por Donald Trump, continúa encabezando el conteo de votos. La aclaración se produce luego de cuatro días de parálisis en el proceso de escrutinio debido a supuestos problemas técnicos que generaron incertidumbre en el país centroamericano.

De acuerdo con portavoces del Departamento de Estado, los observadores internacionales no han reportado irregularidades que comprometan la transparencia del proceso electoral. Aseguraron que, pese a las demoras, los procedimientos técnicos y de verificación avanzan dentro de los estándares aceptados para garantizar la validez de los resultados.

Las autoridades estadounidenses exhortaron a los partidos políticos hondureños y a la población a mantener la calma mientras concluye el recuento oficial. También reiteraron su llamado a que cualquier inconformidad o denuncia sea canalizada a través de los mecanismos legales establecidos, evitando presiones o declaraciones que puedan generar violencia o desestabilización en el país.

Organismos internacionales, incluida la Organización de Estados Americanos (OEA), mantienen equipos técnicos supervisando el proceso y coinciden en que, hasta el momento, no se han detectado anomalías que indiquen manipulación de resultados. Sin embargo, subrayan la necesidad de fortalecer la comunicación oficial del Tribunal Supremo Electoral para evitar especulaciones y tensiones innecesarias.

Mientras tanto, simpatizantes de distintos partidos han realizado concentraciones pacíficas en Tegucigalpa y otras ciudades del país, exigiendo claridad en el conteo y la pronta publicación de resultados definitivos. Algunos sectores de la oposición sostienen que las fallas técnicas generan dudas, aunque aún no han presentado pruebas concretas que sustenten sus señalamientos.

Expertos en política regional advirtieron que la situación pone nuevamente a prueba la frágil institucionalidad electoral de Honduras, un país que ha enfrentado crisis postelectorales en el pasado. Aun así, recalcan que el pronunciamiento de Washington podría contribuir a calmar el ambiente y reducir el riesgo de una escalada de conflictos mientras se completa el proceso oficial.