El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó este 12 de diciembre que su Gobierno iniciará “pronto” ataques contra objetivos terrestres como parte de lo que Washington denomina una campaña contra el narcotráfico, aunque aclaró que estas acciones no se limitarán necesariamente a Venezuela.

Durante declaraciones ofrecidas en el Despacho Oval, Trump subrayó que dichas operaciones no están dirigidas contra el Estado venezolano, sino contra organizaciones criminales. “No son ataques terrestres sobre Venezuela, son ataques terrestres sobre gente horrible que está trayendo drogas y matando a nuestra gente”, sostuvo el mandatario.

En el mismo encuentro con la prensa, Trump evitó ofrecer detalles sobre los planes de su administración respecto al petróleo venezolano, luego de que esta semana Estados Unidos se incautara en el Caribe de un buque que transportaba crudo procedente del país sudamericano. “No sería muy inteligente de mi parte decírtelo. Se supone que debemos mantener esto un poco en secreto”, respondió al ser cuestionado sobre la posibilidad de nuevas incautaciones de activos petroleros venezolanos.

La operación a la que hizo referencia el presidente ocurrió el pasado miércoles, cuando la Guardia Costera y la Marina estadounidenses interceptaron un navío con bandera de Guyana, sancionado por transferencias ilícitas de crudo, que transportaba petróleo venezolano. La acción representa un nuevo episodio en la creciente presión de Washington sobre el Gobierno de Nicolás Maduro.

Desde el verano, el Pentágono mantiene un amplio despliegue militar en aguas del Caribe, con el objetivo de destruir embarcaciones que, según el Gobierno estadounidense, son utilizadas para el tráfico de drogas y estarían vinculadas a redes en las que participan sectores del Ejecutivo y del Ejército venezolanos.

Trump defendió la legitimidad de este operativo e incluso ironizó sobre su alcance. “¿Alguien quiere ir a pescar a esa zona?”, bromeó, al destacar los resultados obtenidos en la lucha contra el narcotráfico.

De acuerdo con cifras oficiales, desde septiembre las fuerzas estadounidenses han destruido alrededor de una veintena de lanchas y han causado la muerte de unos 80 de sus ocupantes, en acciones que Washington justifica como necesarias para impedir el ingreso de drogas ilegales a territorio estadounidense.