Una nueva masacre carcelaria ha estremecido a Ecuador. Al menos 31 presos murieron el domingo 9 de noviembre en el centro penitenciario de Machala, una ciudad costera del sur del país, en lo que el Gobierno atribuye a una disputa entre las bandas criminales Los Lobos y Sao Box. La tragedia, ocurrida en horas de la tarde, dejó escenas de desesperación frente al penal, donde familiares exigían conocer los nombres de las víctimas.
“Alburqueque Robles, Juan Gabriel, Ochoa Zuquilanda Luis Alfonso, Soto Hinostroza Luis Jordy, Sánchez Álava Víctor Manuel…”, enumeraba un policía frente al portón del recinto, mientras el llanto de los familiares rompía el silencio. Los nombres correspondían a 26 de los reclusos hallados sin vida dentro de sus celdas, a los que se sumaron otros cinco fallecidos en enfrentamientos previos durante la madrugada del mismo día, elevando la cifra total a 31 muertos.
Según el Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Privadas de Libertad (SNAI), los cuerpos no presentaban señales de violencia externa. “Entre ellos cometieron asfixia, lo que produjo muerte inmediata por suspensión”, informó la entidad en un breve comunicado, sin ofrecer mayores detalles.
Las autoridades sostienen que la masacre podría estar relacionada con un intento de las bandas por retomar el control del penal, que hasta hace pocos meses se encontraba bajo supervisión militar.
El ministro del Interior confirmó que los disturbios reflejan la crisis estructural del sistema penitenciario, donde el poder de las organizaciones criminales sigue siendo determinante. En respuesta, el Gobierno de Daniel Noboa inició el traslado de reclusos hacia la nueva “cárcel del Encuentro” en Santa Elena, construida bajo un modelo similar al del Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT) de El Salvador. Sin embargo, el proyecto ha sido criticado por su falta de transparencia, ya que el proceso de construcción y adjudicación fue declarado “reservado” por el SNAI.