BELÉM, BRASIL.– Con la participación de más de 50 jefes de Estado y delegaciones de todo el mundo, inició este jueves la COP30, la Cumbre del Clima organizada por Naciones Unidas para definir nuevas estrategias frente al calentamiento global. El evento, encabezado por el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, se desarrolla en la ciudad amazónica de Belém, que fue completamente transformada en infraestructura y seguridad para acoger el encuentro.

Durante la jornada inaugural, los líderes reafirmaron su compromiso con los objetivos del Acuerdo de París y destacaron la urgencia de reducir las emisiones de carbono. En la agenda figuran debates sobre la transición energética, la preservación de la Amazonía y el financiamiento internacional para países vulnerables al cambio climático.

La cumbre, marcada por la ausencia de Estados Unidos, busca acordar metas más ambiciosas antes de la próxima ronda de negociaciones de la ONU. Representantes de China, India, Reino Unido y Francia ya se encuentran presentes, mientras que la atención mundial se centra en si las potencias cumplirán sus promesas ambientales o si el planeta seguirá enfrentando un futuro incierto.

Expertos en medio ambiente coincidieron en que esta edición de la COP llega en un momento decisivo, con el planeta experimentando temperaturas récord, incendios forestales sin precedentes y crisis hídricas en distintas regiones. La ONU advirtió que, si no se implementan medidas inmediatas, el aumento de la temperatura global podría superar los 1.5 °C antes de 2035, un umbral que tendría consecuencias irreversibles para los ecosistemas.

El anfitrión, Lula da Silva, instó a las naciones desarrolladas a cumplir sus compromisos financieros y apoyar a los países del Sur Global en la transición hacia energías limpias. “No podemos permitir que los más pobres paguen por la crisis que otros provocaron”, declaró el mandatario brasileño durante su discurso inaugural, en el que destacó el papel de la Amazonía como “pulmón del planeta”.

Mientras tanto, organizaciones ambientalistas aprovecharon la cumbre para exigir acciones más firmes y denunciar la lentitud de los compromisos internacionales. En las calles de Belém, cientos de manifestantes marcharon con pancartas que decían “Menos discursos, más acción” y “No hay planeta B”, recordando que el tiempo para salvar la Tierra se agota rápidamente.