El presidente Donald Trump reaccionó con desdén al anuncio de que el cantante puertorriqueño Bad Bunny será el artista principal del espectáculo de medio tiempo del Super Bowl LX 2026, a celebrarse en Santa Clara, California. “Nunca he oído hablar de él. No sé quién es… Creo que es absolutamente ridículo”, declaró el mandatario al ser cuestionado sobre la elección del intérprete, generando una ola de comentarios en redes sociales.

El anuncio de la participación de Bad Bunny, confirmado por la NFL y Apple Music, marcó un hecho histórico al ser el primer artista latino en solitario en encabezar el espectáculo más visto de la televisión estadounidense. La decisión, sin embargo, provocó reacciones mixtas: mientras muchos celebraron la representación cultural y el impacto global del reguetonero, sectores conservadores cuestionaron su inclusión por cantar en español y por su abierta postura política.

Durante su reciente aparición en Saturday Night Live, Bad Bunny respondió a las críticas con ironía, afirmando: “Estoy muy feliz… y si no entienden mi español, tienen cuatro meses para aprenderlo”. Su presentación en el Super Bowl promete ser una de las más comentadas de los últimos años, reflejando el creciente peso de la cultura latina en la industria del entretenimiento estadounidense.

Expertos en medios y cultura pop destacan que la elección de Bad Bunny como protagonista del medio tiempo del Super Bowl refleja una estrategia de la NFL por atraer a audiencias más jóvenes y diversas, consolidando su apuesta por la inclusión y la representación multicultural. Según analistas, la presencia del artista puertorriqueño podría incrementar significativamente la atención internacional y las cifras de streaming del evento, situando al espectáculo como un punto de encuentro global de la música y el entretenimiento.

Al mismo tiempo, la reacción de figuras políticas como Trump subraya la polarización que aún existe en torno a la influencia latina en Estados Unidos. Para algunos críticos, su desdén no solo revela un desconocimiento de la música urbana contemporánea, sino también una resistencia a reconocer el impacto cultural y económico de artistas que rompen barreras lingüísticas y raciales en escenarios tradicionales.

Por su parte, patrocinadores y marcas asociadas al Super Bowl han mostrado entusiasmo ante la participación de Bad Bunny, anticipando oportunidades para campañas dirigidas a un público multicultural. Desde colaboraciones con merchandising hasta promociones en plataformas digitales, la expectativa generada por su actuación promete convertir el espectáculo en un fenómeno mediático que trascienda el deporte, convirtiéndose en un hito cultural del 2026.