Ciudad de México — La caída del 5.9% en las remesas enviadas desde Estados Unidos a México en los últimos ocho meses encendió las alarmas entre economistas, quienes advierten que el descenso no solo refleja el endurecimiento de las políticas migratorias y el temor a redadas, sino también una señal de debilidad de la economía estadounidense.

El Banco de México reportó que hasta agosto se realizaron 13.9 millones de envíos de dinero, con un promedio de 402 dólares por transacción, cinco dólares menos que a inicios de año. Para miles de familias mexicanas, como las de Susana y María, migrantes en California, el impacto ha sido devastador. “Yo ya no mando desde enero… las ventas bajaron y no alcanza”, relató María, vendedora de tacos.

El economista consultado explicó que el fenómeno está vinculado con la pérdida de empleos y la disminución del capital disponible entre los migrantes debido al enfriamiento económico en EE.UU. “Si hay menos capital, hay menos dinero para mandar a otro país”, señaló, subrayando que la depreciación del dólar frente al peso también ha reducido el valor de las remesas.

Mientras tanto, los hogares en México que dependen de estos ingresos buscan alternativas para sobrevivir. “Antes dependíamos al 100% de mi hijo, pero ahora apenas manda la mitad, y yo tuve que salir a buscar chamba”, contó Jalil, residente de Guadalajara. Expertos advierten que, de persistir esta tendencia, la caída en remesas podría repercutir en el consumo interno de varias regiones del país.

Además del factor económico, el clima de incertidumbre migratoria en Estados Unidos ha frenado el flujo de dinero. Muchos trabajadores indocumentados han reducido sus horas laborales o incluso han perdido empleos por el temor a las redadas y operativos de control. “Hasta los patrones se esconden, no hay trabajo como antes”, comentó Susana, quien desde hace meses no logra enviar apoyo a su familia en México.

Analistas advierten que si la economía estadounidense no se recupera pronto y las restricciones migratorias continúan, las remesas podrían seguir cayendo en lo que resta del año. Este escenario pondría en riesgo a millones de hogares en México que dependen de esos ingresos para cubrir necesidades básicas como alimentación, salud y educación.