El presidente Luis Abinader realizó un recorrido de supervisión por las presas de la zona norte del país para verificar su estado luego de las fuertes lluvias provocadas por el huracán Melissa. La actividad, realizada a bordo de helicópteros de la Fuerza Aérea Dominicana, contó con la cobertura de CDN y otros medios de comunicación.

Durante el recorrido, las autoridades informaron que la mayoría de las presas se mantienen dentro de niveles seguros, destacando la presa de Monción en Santiago Rodríguez, que se encuentra al 98% de su capacidad, sin representar peligro. Sin embargo, la presa de Atillo genera preocupación, ya que ha alcanzado un 88% de su volumen, y las autoridades toman precauciones debido a su cercanía a la cota máxima, especialmente para proteger las comunidades del bajo Yuna.

Otras presas, como Taveras y Rincón, no presentan alarmas; Rincón se mantiene en un 92-93%, mientras que Hiigüi está al 41%, Sábana Yegua al 69%, Taveras Bao al 76%, Valdesia al 90.05% y Sabaneta al 100.43% de su volumen, todas bajo control según el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INDRHI).

El presidente Abinader aseguró que, gracias a la generación eléctrica y la planificación preventiva, se han podido bajar los niveles de agua en varias presas para minimizar riesgos. Asimismo, informó que durante la semana supervisará las presas de la zona sur, cuando las condiciones climáticas sean más favorables, reafirmando el compromiso del Gobierno con la seguridad de las comunidades y la protección de los recursos hídricos.

Durante el recorrido, Abinader destacó la coordinación entre el Gobierno y el INDRHI, asegurando que se aplican todos los protocolos de seguridad para prevenir desbordamientos y proteger a las familias residentes en zonas vulnerables. Asimismo, reiteró que se mantiene un monitoreo constante de las presas y ríos, especialmente en áreas críticas del bajo Yuna, donde se han implementado medidas preventivas junto a las gobernaciones locales.

El mandatario enfatizó que la supervisión de las presas forma parte de un plan integral de prevención y gestión de riesgos, que incluye no solo el control de los niveles de agua, sino también la preparación de los equipos de emergencia y la coordinación con los sectores agrícolas y comunitarios para minimizar impactos en la población y la economía local.