Un estudio reciente ha puesto en duda la creencia popular de que una copita de vino semanal es saludable. La investigación analizó los hábitos de más de medio millón de adultos de entre 56 y 72 años y encontró que incluso un consumo ligero de alcohol, de una a tres copas por semana, aumenta hasta en un 15% la probabilidad de desarrollar demencia.
El estudio también examinó información genética de casi 2,5 millones de participantes, lo que permitió a los investigadores relacionar el consumo moderado con factores de riesgo hereditarios. Los expertos destacan que la reducción del alcohol a la mitad puede disminuir el riesgo de demencia en un 16%, mostrando que incluso pequeñas modificaciones en el consumo tienen un impacto significativo.
Los resultados desafían años de recomendaciones que promovían el vino como beneficioso para la salud cardiovascular y cerebral, e instan a la población a reconsiderar hábitos de consumo, especialmente en la mediana edad y la tercera edad.
Además, los investigadores señalaron que no existe un nivel seguro de alcohol cuando se trata de prevenir la demencia. Incluso cantidades moderadas pueden afectar el cerebro a largo plazo, especialmente en personas con predisposición genética a enfermedades neurodegenerativas. Según los expertos, esto sugiere la necesidad de revisar las guías de consumo de alcohol en adultos mayores.
El estudio también enfatiza la importancia de la prevención temprana. Mantener un estilo de vida saludable, con dieta equilibrada, actividad física regular y control de factores de riesgo cardiovascular, sigue siendo clave para reducir la probabilidad de desarrollar demencia, mucho más allá de la moderación en el consumo de alcohol.
Finalmente, los autores llaman a la sociedad a replantearse la percepción cultural del vino como un aliado de la salud. “Aunque pequeñas cantidades de alcohol han sido promovidas como beneficiosas, nuestros datos muestran que incluso el consumo ligero no está exento de riesgos serios para la salud cerebral”, concluyen.