El cierre del gobierno de Estados Unidos, que ya supera los 27 días, comienza a generar consecuencias críticas en varios sectores, incluyendo el transporte aéreo y los programas de asistencia social. Durante el fin de semana, el aeropuerto de Los Ángeles se paralizó temporalmente por falta de controladores aéreos, situación que también afectó a vuelos en Washington y otras ciudades. El Departamento de Transporte advirtió que los retrasos podrían continuar mientras persista la falta de personal.
Los controladores aéreos, considerados trabajadores esenciales, deben presentarse a laborar sin recibir sueldo durante el cierre, lo que ha provocado un aumento en los reportes de ausentismo por enfermedad. Desde el viernes se registraron al menos 50 incidentes de escasez de personal, generando demoras significativas en vuelos de costa a costa.
Paralelamente, el programa de cupones de alimentos SNAP enfrenta el riesgo de quedarse sin fondos a partir del 1 de noviembre, afectando a unos 42 millones de estadounidenses que dependen de esta ayuda para alimentarse. Autoridades federales advirtieron que, de no llegar a un acuerdo presupuestario, millones de familias podrían perder temporalmente el acceso a este beneficio.
En el Capitolio, la presión aumenta para poner fin al cierre. El sindicato más grande de trabajadores federales pidió a los demócratas sumarse a los republicanos para aprobar una solución temporal. Sin embargo, las profundas divisiones políticas mantienen el Congreso prácticamente paralizado. “El edificio parece abandonado”, describió un corresponsal desde Washington, reflejando la inactividad legislativa.
Este cierre ya es el segundo más largo en la historia de Estados Unidos y continúa generando preocupación entre sectores económicos, sociales y ciudadanos que demandan una pronta solución ante los crecientes efectos en la vida cotidiana.