Con cada nube que se posa sobre Santo Domingo Este, los residentes de El Almirante comienzan a vivir una pesadilla que se repite desde hace más de tres décadas. Las calles Miguel Ballester y Francisco Alberto Caamaño se convierten en ríos, los vehículos quedan varados y las casas se inundan hasta la cintura. “Aquí basta con que se nuble para que el miedo empiece”, relató una vecina que asegura haber tenido que mudarse varias veces por las enfermedades y daños causados por las inundaciones.

Las alcantarillas destapadas, el colapso del drenaje pluvial y la falta de mantenimiento agravan la situación. Los comunitarios denuncian que los niños deben esquivar huecos y aguas contaminadas al regresar de la escuela, exponiéndose a accidentes y enfermedades. “Mi casa la tengo forrada con plástico, pero igual el agua se mete. Ya no sabemos qué más hacer”, lamentó otra residente, señalando los peligros que enfrentan a diario.

Además de las pérdidas materiales, los moradores advierten que las aguas estancadas provocan brotes de dengue y otras afecciones. “Mientras más pasa el tiempo sin solución, más personas terminan en los hospitales”, expresaron preocupados. Pese a los reclamos, los trabajos realizados en el pasado no han resuelto el problema y las autoridades alegan falta de presupuesto.

Con más de 30 años de sufrimiento acumulado, la comunidad de El Almirante hace un llamado urgente al alcalde y al Ministerio de Obras Públicas para que intervengan con un plan de drenaje efectivo. “Esto no puede seguir siendo una película de terror cada vez que llueve. Ya no queremos promesas, queremos soluciones”, sentenció uno de los afectados mientras mostraba su casa llena de agua.

Los residentes del Almirante aseguran que cada año, durante la temporada ciclónica, viven con el corazón en la boca ante el temor de perderlo todo nuevamente. Muchos han tenido que levantar sus muebles con bloques o improvisar muros dentro de sus hogares para intentar contener el agua. “Aquí no se duerme tranquilo cuando anuncian lluvia. Pasamos la noche despiertos vigilando que el agua no suba más”, relató un comunitario, recordando que en cada tormenta hay familias que lo pierden todo, desde sus electrodomésticos hasta documentos importantes.

A pesar de que en distintas ocasiones se han prometido canaletas, limpieza de cañadas y obras de drenaje, los vecinos denuncian que las soluciones nunca llegan o se quedan a medio hacer. Por ello, piden al presidente Luis Abinader y a las autoridades locales que prioricen este problema, ya que consideran que la situación no solo es un tema de infraestructura, sino también de salud y dignidad humana. “Somos dominicanos que pagamos impuestos y merecemos vivir sin miedo cada vez que cae una gota de agua”, concluyó una de las afectadas.