Santiago. – Dos hermanos fueron asesinados a tiros la noche del martes en la comunidad San José Afuera, del municipio Baitoa, provincia Santiago, en un hecho que las autoridades investigan como un presunto acto de sicariato.

Las víctimas fueron identificadas como Freddy Minier Sandoval, de 39 años, y Robert Alexander Minier Sandoval, de 38, quienes, según versiones de testigos, fueron interceptados por varios individuos armados que les dispararon sin mediar palabras, para luego escapar del lugar.

Familiares de los fallecidos informaron que Freddy Minier había sido deportado desde Suiza y tenía hijos residentes en Europa y Brasil. Su primo, Elvio José Abreu, declaró que el hecho podría estar vinculado a un ajuste de cuentas o venganza personal, ya que la víctima “tenía varios enemigos y había estado detenida en ocasiones anteriores”.

Los cuerpos fueron trasladados al Instituto Nacional de Ciencias Forenses (INACIF) de Santiago para fines de autopsia, mientras las autoridades policiales iniciaron las investigaciones correspondientes con el objetivo de establecer las causas y los responsables del crimen, que ha generado profunda consternación en la comunidad de Baitoa.

Violencia en RD

La República Dominicana enfrenta actualmente diversas manifestaciones de violencia que afectan profundamente su tejido social. Entre ellas destacan la violencia de género, que continúa cobrando vidas de mujeres a manos de sus parejas o exparejas, y la violencia delictiva, reflejada en los frecuentes asaltos, homicidios y conflictos armados en las calles. Estas situaciones generan temor e incertidumbre en la población, mientras las familias de las víctimas claman por justicia y mayor acción de las autoridades.

A esto se suma la violencia intrafamiliar y juvenil, impulsada muchas veces por la falta de oportunidades, la desigualdad social y el deterioro de los valores en el hogar. También preocupa la violencia institucional, visible en abusos policiales, corrupción y falta de respuesta efectiva ante los delitos. Cada una de estas expresiones no solo deja víctimas directas, sino que también erosiona la confianza ciudadana y pone a prueba la capacidad del país para construir una cultura de respeto, convivencia y paz.