Más de 22 millones de estadounidenses podrían enfrentar el fin de sus subsidios de salud a finales de 2025 si el Congreso no renueva los créditos fiscales mejorados que ayudan a reducir el costo mensual del seguro médico bajo la ley del cuidado de salud a bajo precio, conocida como ObamaCare. Estos subsidios se implementaron en 2021, durante la pandemia, como parte del plan de rescate para apoyar a trabajadores independientes, familias y pequeños negocios a mantener su cobertura médica.
El impacto sería inmediato: los costos de las primas podrían duplicarse, afectando especialmente a personas de clase media que ganan entre 21,000 y 42,000 dólares al año para una familia de dos. Según la Fundación Kaiser, el pago promedio anual de estas primas podría saltar de 88 dólares a casi 20,000 dólares en 2026. Casi la mitad de los beneficiarios son trabajadores por cuenta propia o empleados de pequeños negocios, incluyendo agricultores, músicos, estilistas, dentistas y agentes inmobiliarios.
La Oficina de Presupuesto del Congreso advierte que unos 4 millones podrían quedarse sin seguro médico por no poder pagarlo. El debate legislativo sigue bloqueado entre demócratas y republicanos, ya que extender los subsidios costaría al gobierno al menos 350,000 millones de dólares en la próxima década. Si no se aprueba la extensión antes del cierre fiscal, millones de familias enfrentarían aumentos inmediatos en sus primas o la pérdida total de cobertura médica.
Los legisladores se encuentran divididos sobre cómo financiar la extensión de estos subsidios, con demócratas presionando para mantener el apoyo y republicanos preocupados por el gasto federal. Mientras tanto, las familias afectadas observan con incertidumbre cómo se acerca la fecha límite, temiendo que un retraso deje a millones sin acceso a la atención médica básica.
Expertos en salud advierten que la pérdida de estos subsidios no solo incrementaría el número de personas sin seguro, sino que también podría generar un aumento en los costos hospitalarios y en la presión sobre los servicios de urgencias, afectando la estabilidad del sistema de salud estadounidense en su conjunto.