La periodista Altagracia Salazar lanzó fuertes críticas a lo que considera un clientelismo persistente en la administración pública, refiriéndose a “azarosos legisladores” que reproducen el discurso de quienes alguna vez los marginaron. Salazar señaló que estas prácticas no solo favorecen la colocación de allegados en cargos públicos, sino que también profundizan la ineficiencia de las instituciones del Estado.

La comunicadora puso como ejemplo la reciente negativa de un ex candidato a alcalde de Pedro Brand a aceptar un nombramiento en salud pública, alegando que no podía asumir el cargo sin “llevarse a su gente”. Salazar advirtió que este tipo de razonamientos explica tanto el crecimiento permanente de la nómina pública como la crisis de recursos humanos en el gobierno, evidenciada en vacantes y cambios reiterados en puestos estratégicos, como la Dirección de Pasaportes.

Además, resaltó que mientras los funcionarios buscan repartir empleos entre sus allegados, sectores de la élite económica logran beneficiarse del Estado sin ocupar cargos oficiales, como ha ocurrido con instituciones como SENASA. Según Salazar, para que el país avance es indispensable cortar el cordón umbilical del clientelismo, ya que la sociedad actual no tolera la ineficiencia estatal ni el uso del Estado como botín político.

Salazar también criticó la visión de algunos perremeístas que, según ella, aún no comprenden que la sociedad ha cambiado. “Una sociedad con mayor acceso a la información y mejores condiciones de vida pierde la resignación ante la ineficiencia estatal”, afirmó, advirtiendo que mantener el enfoque de repartir puestos entre allegados solo perpetúa la mediocridad en la administración pública.

La periodista enfatizó que el problema no se limita a la clase política de base, sino que alcanza a sectores de la élite económica que, sin ocupar cargos oficiales, han logrado apropiarse de recursos públicos mediante contratos y negocios con el Estado. Este doble estándar, señaló, profundiza la desigualdad y la percepción de corrupción en el país.

Finalmente, Altagracia Salazar instó a una reforma profunda en la gestión pública, donde primen la eficiencia y la meritocracia sobre los intereses personales y clientelares. A su juicio, solo así se podrá recuperar la confianza ciudadana en las instituciones y garantizar que los recursos del Estado se utilicen en beneficio de toda la sociedad y no de unos pocos privilegiados.