En una movida que remeció los cimientos de la economía internacional, el presidente Donald Trump formalizó este jueves nuevas tarifas arancelarias para unos 70 países, a través de una amplia orden ejecutiva. Mientras alcanzó acuerdos con potencias como la Unión Europea, Japón y el Reino Unido, países como Suiza, Taiwán y Canadá fueron impactados con aumentos drásticos. En el caso canadiense, los aranceles pasaron del 25 al 35%, lo que provocó una reacción inmediata de decepción por parte de su gobierno.
La medida, que entrará en vigor el próximo 7 de agosto, ya generó turbulencias en los mercados globales, con caídas pronunciadas en las principales bolsas del mundo. En paralelo, Trump anunció una prórroga de 90 días para nuevos aranceles a productos mexicanos, tras una conversación telefónica con la presidenta Claudia Sheinbaum que calificó como “muy exitosa”. Durante ese plazo, seguirán vigentes aranceles del 25% mientras se busca evitar la subida al 30% previamente advertida por el mandatario estadounidense.
Expertos en comercio internacional advierten que esta escalada arancelaria podría afectar gravemente las cadenas de suministro globales, encarecer productos clave y ralentizar la recuperación económica en varios países. Analistas también señalan que la medida podría estar motivada por razones electorales, en un intento de Trump por reforzar su imagen de defensa del “trabajo estadounidense” de cara a las elecciones presidenciales.
Desde Bruselas, la Comisión Europea emitió un comunicado expresando su “preocupación” por el enfoque unilateral de Washington, aunque confirmó que seguirá dialogando para preservar los acuerdos alcanzados. Por su parte, Japón y Reino Unido celebraron los avances en sus negociaciones bilaterales con EE.UU., destacando la exclusión de nuevas tarifas a ciertos sectores estratégicos.
Mientras tanto, el nerviosismo se apoderó de los inversores. El índice Dow Jones cayó más de 600 puntos tras el anuncio, mientras que el Nasdaq y el S&P 500 también registraron pérdidas significativas. Economistas temen que, de continuar la incertidumbre comercial, aumenten las presiones inflacionarias y se vea afectada la estabilidad económica global en el segundo semestre del año.