Kilmar Ábrego García, un inmigrante salvadoreño, salió de detención tras pasar 160 días bajo custodia de las autoridades estadounidenses, y podrá reunirse con su familia en Maryland. A pesar de la alegría, persiste la incertidumbre sobre la duración de su libertad, ya que sus abogados advierten que las autoridades migratorias podrían detenerlo nuevamente en cualquier momento.
El momento representa esperanza para García Ábrego y sus hijos, quienes lo recibieron con emoción. Sin embargo, la sombra de la detención sigue presente, ya que el gobierno de la Administración Trump mantiene planes para su posible deportación a países como México o Sudán del Sur, aunque los tribunales de inmigración lo han protegido de ser devuelto a El Salvador, su país natal.
La liberación de García Ábrego generó reacciones encontradas entre funcionarios estadounidenses. La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, criticó duramente la decisión judicial, calificando al salvadoreño como un “monstruo” y advirtiendo que su permanencia en las calles representa un riesgo para la seguridad del país.
Por su parte, el senador Chris Van Hollen visitó a García Ábrego y afirmó que debe seguir defendiendo su caso en los tribunales. El legislador insistió en que la Administración Trump debe presentar pruebas concretas antes de ejecutar cualquier medida adicional en su contra.
Los abogados de García Ábrego señalaron que el gobierno ha dejado clara su intención de deportarlo, pero que los tribunales de inmigración han brindado protección temporal. Mientras tanto, el salvadoreño podrá abrazar a sus hijos y retomar cierta normalidad con su familia en Maryland.
El caso sigue siendo un ejemplo de las tensiones entre decisiones judiciales y la política migratoria estadounidense, y mantiene la atención de activistas, legisladores y la comunidad salvadoreña en Estados Unidos, quienes siguen de cerca los próximos pasos legales para garantizar la permanencia segura de García Ábrego en el país.