Tamayo, Baoruco. — Más de 250 campesinos organizados en la comunidad de Arroyo Seco, en el municipio de Tamayo, denunciaron un presunto intento de despojo de más de 30 mil tareas de tierra agrícola. Los afectados aseguran que, bajo el alegato de una concesión minera, sectores empresariales buscan apropiarse de terrenos que por generaciones han sido trabajados por familias agricultoras.

Durante una protesta pacífica con machetes en mano, los campesinos acusaron directamente al exdirector de la Policía Nacional, Pedro de Jesús Candelier, así como a individuos identificados como “Pejecito” y José Capellán. Según los testimonios, estos hombres estarían detrás de acciones intimidatorias, destrucción de cultivos y bloqueo de los terrenos, impidiendo el trabajo agrícola. “Vienen a excavar, a tirar materiales y a rompernos nuestras enramadas”, expresaron indignados.

“Estamos dispuestos a morir por esta tierra. Aquí nacimos, aquí trabajamos y aquí nos quedamos”, afirmaron miembros de la Asociación La Esperanza, quienes aseguran ser los legítimos dueños de los predios. Los campesinos reiteraron que no permitirán que “mafias con poder económico” les arrebaten lo que consideran su patrimonio. También advirtieron que si alguno de ellos resulta herido o asesinado, responsabilizan directamente a Candelier, Pejecito y Capellán.

Con un llamado urgente al presidente Luis Abinader y a las autoridades provinciales, los agricultores exigen protección ante lo que califican como una amenaza a su derecho a la tierra y a su dignidad. “Ellos tienen derecho a explotar yeso, pero no a quitarnos nuestras tierras. La tierra es del campesino”, concluyeron.

Los denunciantes también señalaron que este conflicto no es nuevo, ya que desde hace años enfrentan intentos de desalojo en el denominado “lote 4”, donde han tenido que defender sus tierras en múltiples ocasiones. Aseguran que, a pesar de tener décadas cultivando y residiendo en la zona, los supuestos nuevos beneficiarios de la concesión minera actúan con total impunidad, destruyendo lo construido y sembrando el miedo entre las familias campesinas.

En su reclamo, los agricultores dejaron claro que no se oponen a la actividad minera en sí, pero exigen que se respete el límite entre la explotación del yeso y sus tierras agrícolas. “No se trata solo de tierra, se trata de nuestras vidas, de nuestra comida, de nuestras familias”, expresaron. La comunidad permanece en estado de alerta, organizándose para continuar la defensa de su territorio por las vías legales, pero también con la firme decisión de no ceder ni un palmo sin luchar.