Waldys Taveras renuncia al PRM y acusa al partido de convertirse en un “consorcio político-empresarial”
Santo Domingo.– El director ejecutivo de la Mancomunidad del Gran Santo Domingo, Waldys Taveras, anunció su renuncia al Partido Revolucionario Moderno (PRM), alegando que la organización ha abandonado los principios democráticos que le dieron origen y se ha transformado en un “consorcio político-empresarial”.
Durante una intervención en el programa El Sol de la Mañana, Taveras expresó su rechazo a un decreto presidencial que, según él, limita las facultades constitucionales de los ayuntamientos en materia de uso de suelo. Aseguró que esa disposición viola una sentencia del Tribunal Constitucional promovida por él como ciudadano. “Es una pena que pongan al presidente Abinader a firmar un decreto que crea un tutor de los ayuntamientos”, señaló.
Taveras también denunció un supuesto “lavado social”, concepto que definió como la entrada de individuos con grandes fortunas de origen dudoso a partidos políticos para obtener legitimidad pública. “No puedo seguir en una organización que ha sido tomada por sectores que sólo representan intereses económicos”, afirmó. El exdirigente municipal adelantó que no se integrará a ningún otro partido, sino que trabajará desde la sociedad civil y fundaciones.
Tensiones en el PRM
El Partido Revolucionario Moderno (PRM), actualmente en el poder en la República Dominicana, atraviesa una etapa de tensiones internas marcadas por desacuerdos entre algunos de sus miembros y la línea que mantiene el liderazgo del gobierno. Estas fricciones se han hecho más visibles tras decisiones del Ejecutivo que, según ciertos sectores del partido, contradicen los principios institucionales y descentralizadores que promovía el PRM en su etapa de oposición.
Estas tensiones también reflejan el descontento de figuras que sienten que el PRM ha perdido el rumbo ideológico trazado por sus fundadores y que ha priorizado la conveniencia política sobre los principios. En el fondo, la crisis interna apunta a una lucha entre una dirigencia que busca consolidar su control desde el poder y sectores que demandan mayor coherencia entre el discurso y la práctica gubernamental.
Aunque no se ha producido una fractura formal, las renuncias y críticas públicas evidencian una creciente presión sobre el partido para que redefina su identidad y su relación con las bases.