En el 23 aniversario del fallecimiento de Joaquín Balaguer, la periodista Altagracia Salazar ofreció una reflexión que reabre el debate sobre el legado político del eterno líder reformista. “Balaguer murió sin reconocer herederos políticos, y su partido se fue con él”, sentenció durante su programa Sin Maquillaje, donde relató los pormenores del largo funeral y lo que significó para la historia dominicana.

Salazar recordó que aunque el entierro duró tres días y fue seguido por millones, Balaguer dejó tras de sí un vacío político. “No reconoció hijos en vida, y mucho menos dejó claro quién debía liderar su obra política”, afirmó. A su juicio, el Partido Reformista quedó huérfano tras su muerte, transformándose con el tiempo en una simple sigla usada para negociar posiciones en gobiernos sucesivos.

Según la periodista, el balaguerismo no ha podido ser expulsado del imaginario colectivo dominicano, pero tampoco ha logrado renovarse. “Hay gente que menciona sus ideas, pero la única idea de Balaguer era el poder, y eso lo heredaron sus seguidores, que hoy están dispersos en todos los partidos”, expresó, aludiendo a figuras como Kiki Antún y Rogelio Genao.

Salazar también criticó cómo la modernidad que Balaguer promovía se ha reciclado en gobiernos posteriores. “Luis Abinader, con edificios y avenidas, no se aleja mucho de esa visión”, dijo, señalando que el clientelismo, la corrupción y la falta de reformas estructurales siguen intactas décadas después.

El local del Partido Reformista Social Cristiano es, según la comunicadora, el último vestigio tangible del balaguerismo. “Hay una garata por el único bien que queda: el local. Porque del partido, de su gente y de su esencia, ya no queda nada”, concluyó.

En palabras de Salazar, el alma política de Balaguer sigue en pena. No por falta de homenajes, sino porque nunca se resolvió quién debía continuar con su legado. Y mientras tanto, el país sigue girando sobre las mismas prácticas de siempre.