Barranquilla — Un episodio de tensión y desconcierto se vivió dentro de un camión de transporte público en la ciudad de Barranquilla, cuando un hombre que se identificó como predicador causó pánico entre los pasajeros y terminó lanzándose por una de las ventanas del vehículo en movimiento.

Según testigos, el individuo comenzó a gritar de forma exaltada, asegurando que su misión era “llevar la palabra de Dios a la gente”. Sin embargo, su conducta rápidamente se tornó agresiva: pateó asientos, golpeó la cabina del chofer y comenzó a dar puñetazos a las paredes del camión, lo que generó miedo entre los ocupantes. Algunos pasajeros intentaron calmarlo e incluso forzarlo a bajar, lo que habría incrementado su agitación.

En medio del caos, el hombre tomó una decisión extrema: se dirigió a una de las ventanas del vehículo y, sin previo aviso, se lanzó al pavimento mientras el camión aún avanzaba. El conductor, al percatarse de la situación, redujo la velocidad rápidamente, lo que permitió que el hombre aterrizara de pie, aparentemente sin lesiones de gravedad.

Las autoridades no han confirmado si el individuo fue detenido o trasladado a un centro médico. Mientras tanto, el incidente ha generado preocupación sobre el manejo de pasajeros en estado alterado dentro del transporte público y ha abierto el debate sobre los límites del proselitismo religioso en espacios compartidos.

Varios de los pasajeros afectados expresaron su temor ante lo vivido, asegurando que pensaron que el hombre portaba algún tipo de arma o que podría agredir físicamente a alguien durante el episodio. “Era como si estuviera poseído. No escuchaba a nadie, gritaba cosas sin sentido, y su mirada daba miedo”, relató una usuaria que viajaba con su hija menor. Algunos incluso descendieron del camión antes de llegar a su destino por el nivel de angustia que provocó la situación.

Hasta el momento, no se ha emitido un informe oficial sobre el estado de salud mental del predicador, aunque las autoridades han señalado que se realizará una evaluación psicológica. Este suceso ha encendido las alarmas sobre la necesidad de contar con protocolos más eficaces en el transporte público para manejar casos de alteraciones conductuales graves y salvaguardar la integridad de los pasajeros y del personal.