A poco más de un mes del inicio del año escolar, el ministro de Educación, Luis Miguel De Camps, reconoció que la sociedad dominicana sigue insatisfecha con los resultados obtenidos tras más de una década de inversión del 4% del PIB en educación. Aunque valoró algunos avances, admitió que no se ha logrado el impacto esperado en la calidad del aprendizaje ni en el cierre de brechas estructurales.
Durante un almuerzo organizado por la Cámara Americana de Comercio, De Camps expresó que “hemos avanzado, sin duda, pero no con la velocidad ni la profundidad que el país ha esperado”. Señaló que persisten desafíos en la formación inicial, la equidad y la adaptación del sistema a las competencias que exige el futuro, como el pensamiento crítico, la resolución de problemas complejos y la creatividad.
El funcionario presentó cinco ejes estratégicos para transformar el sistema educativo:
Cumplimiento riguroso del calendario escolar.
Ampliación del inglés como segunda lengua e inicio de la escolaridad desde los 3 años.
Prevención de embarazos adolescentes y educación en salud menstrual.
Educación en valores, moral y ciudadanía activa, con asignaturas cívicas obligatorias.
Gestión educativa con transparencia y enfoque territorial.
El ministro también citó un informe del Foro Económico Mundial que resalta las nuevas competencias que deben desarrollar los estudiantes para enfrentar los retos del mercado laboral del futuro, como el pensamiento analítico, el aprendizaje activo y la adaptabilidad. Para lograr esto, afirmó, es necesario fortalecer las habilidades básicas desde los primeros años de escolaridad, lo que implica una revisión profunda de los métodos de enseñanza y el currículo nacional.
Además, De Camps anunció que a partir del próximo año escolar se implementará como asignatura obligatoria la educación moral y cívica, con el objetivo de formar ciudadanos activos, conscientes de su identidad y comprometidos con los valores democráticos. También se fortalecerá el programa de liderazgo estudiantil, el patriotismo y el conocimiento de la Constitución, como parte de una visión integral que trascienda lo académico y contribuya a la formación de una sociedad más participativa y justa.