Lisboa dio un paso histórico en la lucha contra las inundaciones con la inauguración del primero de los dos túneles subterráneos del nuevo Plan General de Drenaje, una megaobra de ingeniería diseñada para proteger el centro histórico de la ciudad durante lluvias extremas. El alcalde de la capital portuguesa, Carlos Moedas, encabezó la presentación este martes junto a la comisaria europea de Medio Ambiente, Jessika Roswall, destacando la dimensión estratégica del proyecto en materia climática y urbana.

El túnel, de más de cinco kilómetros de longitud y 5,5 metros de diámetro, atraviesa la ciudad desde Monsanto hasta Santa Apolónia, y permitirá captar y desviar enormes volúmenes de agua pluvial hacia el río Tajo, evitando su acumulación en zonas críticas. Moedas calificó la obra como “una de las mayores infraestructuras hidráulicas jamás construidas en Portugal”, y señaló que representa una respuesta concreta ante los desafíos del cambio climático.

El plan, que estará completamente finalizado en 2025 con la entrega del segundo túnel, ha sido cofinanciado por fondos europeos y busca poner fin a los históricos problemas de inundaciones que sufre Lisboa, especialmente en barrios como Baixa y Alfama. Según las autoridades, esta red subterránea podrá evacuar hasta 170 mil metros cúbicos de agua por hora, protegiendo no solo la vida urbana, sino también el patrimonio arquitectónico y cultural de la capital lusa.

Además del impacto ambiental y urbano, el proyecto ha sido celebrado como un modelo de colaboración entre instituciones locales y europeas. La comisaria Jessika Roswall subrayó que “Lisboa está demostrando cómo las ciudades pueden adaptarse a los fenómenos climáticos extremos con soluciones sostenibles e innovadoras”. Destacó también el valor replicable de esta infraestructura para otras capitales europeas que enfrentan desafíos similares por el aumento de lluvias torrenciales.

El túnel cuenta con sensores inteligentes y sistemas de control en tiempo real que permitirán una gestión automatizada del caudal y del mantenimiento de la red. Según los ingenieros responsables, el diseño también contempla el aprovechamiento del agua recolectada para otros fines urbanos, como el riego de parques. Con esta obra, Lisboa no solo busca mitigar riesgos, sino consolidarse como una ciudad resiliente y moderna ante la crisis climática.