Barcelona — Lo que debía ser un momento estelar para el FC Barcelona y su joven promesa Lamine Yamal, ha quedado empañado por la controversia. El pasado 27 de mayo, el delantero firmó la renovación de su contrato hasta 2031, un acuerdo trascendental para el futuro del club que se hizo en privado en el despacho del presidente Joan Laporta, sin el habitual despliegue mediático.

Se esperaba que, al cumplir 18 años —el pasado domingo— se celebrara un gran acto con la entrega simbólica del dorsal número ‘10’, herencia de Lionel Messi, pero los planes han cambiado drásticamente.

La causa del repliegue comunicativo ha sido la polémica generada por la fiesta de cumpleaños que organizó Yamal con temática de “mafia”, en una finca privada cuyo alquiler superó los 40,000 euros. A la celebración acudieron familiares, influencers, artistas y un grupo de enanos como animadores, lo que ha generado fuertes críticas en redes sociales. Lo que debía ser una fiesta íntima se convirtió en tendencia por los excesos y la estética elegida, lo que encendió las alarmas dentro del club.

La intención original del Barça era vincular el evento oficial del dorsal con la presentación de la nueva camiseta del equipo. Muchos aficionados incluso se adelantaron y compraron la elástica con el número ‘10’ y el nombre de Lamine, pese a que el club advertía que el dorsal no era aún oficial. Ahora, temen que la atención de la prensa se desvíe hacia el escándalo del cumpleaños y no hacia la importancia del compromiso del jugador con la institución.

El FC Barcelona ha optado finalmente por un acto discreto y sin cobertura mediática amplia, una decisión forzada por la necesidad de evitar preguntas incómodas y proteger la imagen tanto del club como del futbolista. Mientras tanto, Lamine Yamal, llamado a liderar la próxima generación culé, ve empañado su ascenso al estrellato por una celebración que, irónicamente, debió ser una muestra de madurez.