Santo Domingo, 14 de julio de 2025 – Se cumplen 23 años del fallecimiento de Joaquín Balaguer, figura central en la política dominicana durante gran parte del siglo XX. Con tres períodos presidenciales sumando 22 años en el poder, Balaguer dejó un legado mixto: autoritario y paternalista a la vez.
Nacido el 1 de septiembre de 1906 en Santiago de los Caballeros, Balaguer fue abogado y diplomático, con una carrera iniciada bajo la sombra de Trujillo. Tras la muerte del dictador en 1961, lideró un breve gobierno de transición, antes de regresar al poder en 1966, donde promovió una intensa modernización y obra pública durante sus “doce años” al mando.
Su tercera presidencia (1986‑1996) se caracterizó por la construcción masiva de infraestructuras: autopistas, presas, hospitales, teatros y centros culturales que aún forman parte del paisaje dominicano . Obras como el Centro Olímpico Juan Pablo Duarte, el Faro a Colón, el acuario nacional y decenas de presas y vías fueron emblemas de su gestión.
Sin embargo, su mandato también estuvo marcado por la represión política. Organismos internacionales estiman que alrededor de 11 000 personas fueron torturadas, desaparecidas o ejecutadas durante su gobierno, especialmente en su primera gestión significativa tras Trujillo.
A pesar de ello, la estabilidad económica llegó durante sus años de mandato, aunque a costa de profundos costos sociales .
Balaguer falleció el 14 de julio de 2002, víctima de un infarto tras sufrir una úlcera sangrante en una clínica de Santo Domingo, a los 95 años. Su deceso fue un momento de duelo nacional: miles lo despidieron, hubo misa en el Palacio Nacional y su funeral se extendió por más de 16 horas.
Hoy, su figura sigue siendo una de las más polarizantes del país: ¿caudillo instruido que estabilizó y modernizó la nación? ¿O líder autoritario que manipuló elecciones y violó derechos humanos? El tiempo y la memoria colectiva continúan debatiéndolo.