El Caribe enfrenta una invasión sin precedentes de sargazo, con más de 38 millones de toneladas de esta macroalga marrón cubriendo las costas desde Puerto Rico hasta Guyana. Este evento, el más masivo desde que se monitorea el Gran Cinturón de Sargazo del Atlántico en 2011, ha causado serios problemas: desde el cierre de playas y afectaciones al turismo, hasta la emisión de gases tóxicos como el sulfuro de hidrógeno, que obligó al cierre temporal de una escuela en Martinica.

Los especialistas continúan analizando las causas de esta proliferación, aunque apuntan a factores como el cambio climático, el uso intensivo de fertilizantes y la deforestación en América del Sur. Aunque en mar abierto el sargazo sirve de refugio a muchas especies, su llegada masiva a las costas bloquea la luz, daña los corales y empeora la calidad del agua, alterando de forma significativa el equilibrio marino.

Además del impacto ambiental, el arribo masivo del sargazo está afectando gravemente las economías locales que dependen del turismo y la pesca. En muchas comunidades costeras, hoteles han tenido que cancelar reservas, y pescadores reportan una disminución en sus capturas debido a que las embarcaciones quedan atrapadas en las algas o los peces migran hacia zonas más limpias. Esta situación está generando pérdidas millonarias y amenaza con prolongarse si no se implementan soluciones efectivas.

La recolección y manejo del sargazo se ha convertido en un desafío logístico y financiero para los gobiernos de la región. Las brigadas de limpieza trabajan sin descanso, pero la velocidad con la que llega el sargazo supera la capacidad de respuesta. Algunos países están invirtiendo en barreras flotantes para desviar las algas en alta mar, mientras que otros estudian su aprovechamiento como biomasa o fertilizante, aunque estas iniciativas aún se encuentran en etapa experimental.

En el ámbito científico, investigadores de varias universidades del Caribe y Estados Unidos están colaborando para mejorar los sistemas de monitoreo satelital y predecir con mayor precisión los flujos del sargazo. Esta información es crucial para alertar a las comunidades costeras con antelación y mitigar los efectos del arribo. Sin embargo, la magnitud del fenómeno pone en evidencia la necesidad de una estrategia regional coordinada que trascienda los esfuerzos individuales de cada país.