Tijuana, Baja California — La periodista Adela Navarro Bello, directora del semanario Zeta, ha recibido al menos ocho amenazas telefónicas entre el 29 de abril y el 16 de mayo. Las llamadas, breves y con un mensaje directo “Dile a Adela Navarro que se cuide” han generado alarma en el gremio periodístico. Siempre realizadas desde el conmutador del semanario, sin contacto con su celular personal ni otras extensiones, las amenazas han coincidido con publicaciones del medio sobre narcotráfico, narcofosas y vínculos políticos.

“Siempre es la voz del mismo hombre”, dijo Navarro en entrevista con Noticias Telemundo, donde también reveló que no ha presentado una denuncia formal aún, aunque analiza hacerlo. “Trato de concentrarme en mi trabajo, de hacer periodismo con rigor y protegerme con eso”, afirmó.

La situación revive recuerdos dolorosos dentro del semanario Zeta, fundado en Tijuana y con una historia marcada por la violencia. Hace 37 años fue asesinado Héctor “el Gato” Félix; 27 años atrás sobrevivió un atentado el entonces director Jesús Blancornelas, en el que murió su escolta; hace dos décadas fue asesinado Francisco Ortiz Franco, y en 2022, el fotógrafo Margarito Martínez cayó víctima también de la violencia.

Pese a la gravedad del caso, el gobierno federal confirmó a Noticias Telemundo que hasta ahora no hay ninguna denuncia oficial por parte de Navarro. Sin embargo, organizaciones como Artículo 19 ya han hecho públicas las amenazas y periodistas de Baja California exigen una investigación urgente. La impunidad, dicen, sigue siendo el combustible de los ataques contra la prensa en México.

“¿No les gusta la información que se está sacando?”, se pregunta Navarro. “No me vas a espantar”.

La situación será abordada también en el documental Estado de silencio, que se estrena este domingo en Telemundo, explorando el peligro constante que enfrentan periodistas en el país. Periodistas locales han señalado que los temas abordados en las portadas recientes del semanario relacionados con el crimen organizado y su posible infiltración en la política son especialmente sensibles en Baja California.

Aseguran que estas amenazas no deben tomarse a la ligera, sobre todo en un contexto donde no existe una reacción inmediata de las autoridades. “No se mueve una hoja, no hay investigación oficial”, expresó un reportero bajo condición de anonimato, reflejando el sentir de muchos colegas que ven con preocupación la falta de acción del Estado.