Ciudad de México — El endurecimiento de las políticas migratorias en Estados Unidos, sumado al temor a redadas y deportaciones, ha llevado a miles de mexicanos a regresar a su país de origen. Algunos lo hacen obligados, tras ser deportados; otros, por decisión propia, con la esperanza de reconstruir sus vidas en su tierra natal.
Eriberto sabe bien lo que es empezar de cero. Tras ser deportado desde Atlanta en enero, regresó a la Ciudad de México con las manos vacías, pero con la determinación de no dejarse vencer. “Lloré como dos o tres minutos… aunque digan que no, hasta el más fuerte se derrumba”, confesó. Ahora, ha convertido un vehículo en un taller móvil, con podadora, sopladora y tijeras. Herramientas que aprendió a usar en los campos de Georgia y que hoy son la base de su pequeño negocio de jardinería.
“Para tener este equipo fui tocando puerta por puerta”, cuenta. Así logró convencer a sus primeros clientes. Con esfuerzo, ha empezado una nueva etapa, cargando sus sueños y herramientas con la frente en alto. “Esto no es el final de la guerra, es solo una derrota”, dice a otros migrantes que enfrentan el mismo camino de regreso.
Desde la llegada de Donald Trump a la presidencia en 2016, más de 40,500 mexicanos han sido deportados, según cifras oficiales. El 80% son hombres, en su mayoría provenientes de estados como Guerrero, Chiapas y Guanajuato. Muchos no fueron deportados, pero decidieron volver voluntariamente ante el temor y la incertidumbre.
Ese fue el caso de Juan Silva, quien pasó 20 años como obrero en Ohio y decidió “autodeportarse” en abril. Llenó un camión con sus pertenencias, pidió la repatriación en Texas y cruzó por Matamoros. Para poder regresar, relata que tuvo que pagar en el puente fronterizo: “Como todos saben, hay problemas con la gente mala… hay que mocharse uno”.
Hoy, Juan camina por las calles de Juventino Rosas, Guanajuato, su pueblo natal, donde trabaja en el campo sembrando maíz y trigo. “Aquí es una vida mejor. Allá era pura soledad”, dice. Como él, muchos encuentran en México una segunda oportunidad y un reencuentro con sus raíces.