China firmó este viernes un convenio para crear un nuevo órgano de mediación internacional con sede en Hong Kong, una iniciativa que, según las autoridades chinas, estará al nivel de la Corte Internacional de Justicia o la Corte Permanente de Arbitraje.

La Organización Internacional de Mediación (OMED) entrará en funcionamiento a finales de 2025 o principios de 2026. El objetivo, de acuerdo con funcionarios de Pekín, es ofrecer un espacio neutral y eficiente para resolver conflictos entre Estados y actores internacionales, alejándose de la lógica de “ganador-perdedor”.

“El establecimiento de la OMED ayudará a trascender la mentalidad de suma cero. Promoverá la resolución amistosa de diferendos internacionales y construirá relaciones internacionales más armoniosas”, afirmaron desde el gobierno chino.

La medida forma parte de una estrategia más amplia con la que China busca ampliar su presencia e influencia en organismos multilaterales como Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud. Sin embargo, analistas consideran que la decisión también responde a la necesidad de restaurar la imagen de Hong Kong como centro de negocios confiable, tras la pérdida de confianza provocada por la imposición de una estricta ley de seguridad nacional en 2020.

El anuncio ha generado expectativa entre expertos en derecho internacional y relaciones exteriores, quienes observan con atención cómo se configurará este nuevo órgano y cuál será su verdadero alcance.

Expertos señalan que la OMED podría convertirse en una alternativa atractiva para países en desarrollo que desconfían de los mecanismos dominados por potencias occidentales. Al ofrecer un enfoque basado en la mediación y no en el arbitraje punitivo, China pretende presentarse como un facilitador neutral en los conflictos globales, en línea con su narrativa de “cooperación global con beneficios compartidos“.

No obstante, persisten las dudas sobre la independencia real que podrá tener este órgano, especialmente al estar ubicado en una ciudad donde el sistema judicial ha sido criticado por su cercanía con el gobierno central. Observadores internacionales advierten que será clave garantizar transparencia, imparcialidad y participación plural para que la OMED gane legitimidad en el escenario internacional.