Santo Domingo, R.D. – Las amas de casa alzan su voz ante el constante aumento de los precios de los alimentos, una situación que, según afirman, vuelve insostenible el día a día en los hogares dominicanos. En el mercado de Villa Consuelo, en el Distrito Nacional, las quejas son generalizadas: el dinero no rinde y la comida cada vez alcanza para menos.

“Antes comprábamos tres libras de arroz, ahora solo podemos llevar una y media”, lamentó una compradora mientras recorría los pasillos del mercado. Las amas de casa aseguran que el reciente aumento de un 12% al salario mínimo no representa ningún alivio ante una canasta básica que ya supera los 30,000 pesos mensuales. “Eso es mentira, mi amigo. Aquí la gente está al grito, no hay dinero en la calle y no se está vendiendo nada”, exclamó otra comerciante, señalando los puestos vacíos a su alrededor.

Los precios continúan disparándose: el arroz se vende entre 37 y 40 pesos por libra, las habichuelas rojas cuestan 75 pesos y las negras 60. El kilo de salsa se cotiza en 170 pesos, y productos esenciales como la cebolla y el ajo han aumentado 10 pesos por libra, alcanzando los 50 y 210 pesos, respectivamente. “Esto es un abuso”, opinó un vendedor, mientras otra clienta añadía: “la situación está durísima, no hay forma de completar la compra”.

En cuanto a las carnes, el cerdo se mantiene a 135 pesos la libra, mientras la carne de res subió 6 pesos y se vende a 185. El pollo, alimento esencial en muchas mesas, cuesta 75 pesos por libra. Ante este panorama, las amas de casa piden al gobierno adoptar medidas urgentes para frenar la inflación alimentaria que golpea con fuerza a los sectores más vulnerables.

rente a esta realidad, muchas familias se han visto obligadas a modificar sus hábitos alimenticios, reduciendo la cantidad de comida en sus platos o sustituyendo productos por otros más económicos. “Estamos comiendo menos y de menor calidad, porque no hay forma de mantener la misma alimentación con estos precios”, expresó una madre de familia que asegura haber tenido que eliminar la carne varias veces por semana.

Los comerciantes también reportan una baja significativa en las ventas, lo que agrava aún más la situación. “La gente entra, mira los precios y se va. No hay movimiento, no hay circulante”, comentó un vendedor. Tanto consumidores como vendedores coinciden en que es urgente que las autoridades intervengan con políticas que estabilicen los precios y mejoren el poder adquisitivo, antes de que la situación se vuelva insostenible.