El sistema penitenciario dominicano vuelve a estar en el ojo del huracán tras la fuga de dos reclusos en Najayo, un hecho que reaviva las preocupaciones sobre la seguridad y el control en las cárceles del país. Durante el intento de escape, un interno perdió la vida y otro fue recapturado, mientras que los dos restantes siguen prófugos.

El suceso se produjo en circunstancias que aún están bajo investigación, pero se sabe que los reclusos lograron amordazar a otros tres internos y romper una pared, lo que plantea dudas sobre la fortaleza estructural de la prisión y la posible complicidad interna.

La fuga ha reavivado el debate sobre la efectividad del sistema carcelario dominicano, al que muchos consideran un “almacén de hombres vivos” más que un espacio de reinserción social. Además, se señala la facilidad con la que algunos presos logran escapar o recibir asistencia para delinquir fuera de los muros penitenciarios.

Ningún preso se escapa sin ayuda interna“, afirman expertos en seguridad. La presunción de complicidad por parte de miembros del sistema penitenciario no es nueva y, en muchos casos, estas fugas han estado vinculadas a intereses criminales más amplios.

El caso de Najayo no es el único en los últimos días. Recientemente, otras fugas han sido reportadas en diferentes cárceles del país, lo que refuerza la percepción de vulnerabilidad del sistema. La situación genera preocupación tanto en la ciudadanía como en las autoridades, quienes han reforzado la búsqueda de los prófugos y anunciado una investigación para determinar responsabilidades.

El sistema penitenciario dominicano enfrenta un desafío mayúsculo: garantizar la seguridad en sus centros, evitar nuevas fugas y, sobre todo, transformar las cárceles en verdaderos espacios de rehabilitación y reinserción.