El muro que República Dominicana construye a lo largo de su frontera con Haití desemboca en el Caribe, específicamente en la provincia de Pedernales, donde la situación migratoria se ha intensificado. Cada día, cientos de haitianos cruzan la frontera para comprar productos, realizar actividades comerciales y trabajar en la construcción de nuevos complejos hoteleros en una zona que se proyecta como un referente turístico internacional.

A tres años del inicio de la construcción de la verja fronteriza, que busca separar a ambos países, la realidad en Pedernales es otra. Los haitianos, en su mayoría indocumentados, se han convertido en una mano de obra crucial para el desarrollo de la industria hotelera local. Desde la mañana, los trabajadores se agrupan en la frontera para ingresar a territorio dominicano, donde son transportados a las obras y, al final del día, devueltos a su país en autobuses.

La situación ha generado tensión, especialmente después de que el gobierno dominicano anunciara que deportaría a unas 10,000 personas indocumentadas cada semana. En marzo de 2025, casi 13,000 haitianos fueron repatriados, a pesar de las críticas de organismos internacionales, que instan a la cautela debido a la grave crisis humanitaria que vive Haití, donde la violencia ha dejado más de 5,600 muertos en lo que va del año.

Mientras tanto, en las calles de Pedernales, los operativos para detectar migrantes irregulares continúan, y la frontera se mantiene bajo un constante control militar. La crisis haitiana y la creciente dependencia de mano de obra haitiana en los proyectos turísticos de República Dominicana son dos realidades que siguen marcando la compleja relación entre ambos países.