En un revelador documental de Capricornio TV, se expone la desoladora realidad que enfrenta la comunidad de Cotuí, en la provincia Sánchez Ramírez, donde la actividad minera de la empresa canadiense Barrick Gold ha transformado la vida de los residentes y el entorno natural en un paisaje devastado.

El documental, titulado “Entramos a la zona prohibida de la Barrick Gold… ¡Lo que vimos es aterrador!”, muestra cómo los habitantes han visto su tierra anteriormente fértil convertirse en un escenario de destrucción. Los testimonios de los moradores son desgarradores; muchos relatan que los ruidos ensordecedores de las explosiones mineras los hacen sentir que “el mundo se había acabado”. La contaminación, según los residentes, está acabando con los ríos y la vida acuática que una vez fue abundante.

Los datos revelan un uso alarmante de químicos tóxicos, como el cianuro y el mercurio, en el proceso de extracción del oro. “El agua que antes fluía limpia y cristalina hoy arrastra contaminación y enfermedades”, denuncian los comunitarios, quienes se enfrentan a problemas de salud, así como a la muerte de peces y otros animales que solían habitar la zona.

Además de la devastación ambiental, se desvelan preocupaciones sobre la represión que sufren quienes protestan. Varios residentes narraron incidentes de violencia por parte de las autoridades, que presumiblemente actúan en defensa de la empresa minera. “Es doloroso ver cómo luchamos por nuestro hogar y somos golpeados por simplemente querer proteger nuestra tierra”, lamentan.

El testimonio de Ramón Mendoza, un anciano de 104 años, es penoso. Él recuerda una vida de abundancia en la agricultura, basada en el cultivo de productos como cacao y limón, que ahora se ven amenazados por las prácticas mineras. “Mi vida ha sido aquí, y quiero que mis últimos días sean en esta tierra que he cultivado y amado”, dice.

Los integrantes de la comunidad reclaman justicia y protección del gobierno dominicano. “Nos están despojando de nuestra herencia, de nuestra manera de vivir”, afirman, mientras instan a la sociedad y a los medios de comunicación a no dejar que el tema quede en el olvido.

El fuerte contraste entre la riqueza que la minería le otorga a la empresa y la pobreza que queda en la comunidad es evidente. “Mientras ellos se enriquecen, nosotros estamos quedando en la miseria”, resaltan los residentes, lo que plantea un interrogante difícil de ignorar: ¿A qué costo se está llevando a cabo el progreso?