El error de los Gobiernos Centrales al asumir que el Presidente es la solución a todos los problemas del país. Esta concepción centralista no solo sobrecarga al Poder Ejecutivo, sino que también diluye la eficacia de la administración pública, afectando la pronta resolución de problemas en las comunidades.
La reciente iniciativa del Gobierno denominada “El Gobierno Contigo“, que busca acercar las instituciones a la ciudadanía, es un paso positivo en la dirección correcta. Sin embargo, su éxito dependerá de la continuidad y del seguimiento de los compromisos adquiridos. No basta con la presencia de funcionarios y la promesa de soluciones inmediatas si no se garantiza la ejecución efectiva y la fiscalización de estas acciones.
Expertos en administración pública han insistido en la necesidad de una descentralización real, donde los gobiernos municipales reciban los recursos necesarios para atender de manera directa y eficiente los problemas locales. La falta de autonomía financiera y operativa de los municipios ha sido una limitante histórica para el desarrollo equilibrado de las distintas regiones del país.
El reto está en lograr un equilibrio donde las decisiones no se concentren exclusivamente en la capital o en las altas esferas del gobierno central. La delegación de funciones y la inversión en los gobiernos locales permitirían una gestión más eficiente y cercana a las necesidades reales de la población.
El caso de la seguridad ciudadana es un claro ejemplo de cómo la descentralización podría beneficiar a la sociedad. Programas que involucren a las juntas de vecinos, a las autoridades municipales y a las fuerzas de seguridad podrían generar respuestas más rápidas y efectivas. La seguridad no solo depende del despliegue de agentes, sino también de la iluminación pública, el mantenimiento de calles y espacios públicos, todos aspectos que podrían ser atendidos con mayor agilidad desde los gobiernos locales.
Es imperativo que el debate sobre la descentralización no quede en simples promesas de campaña. Se requiere una política de Estado que dé a los municipios la capacidad real de acción y decisión, garantizando la asignación de recursos según lo estipulado por la ley. De lo contrario, seguirá repitiéndose el ciclo de acumulación de problemas a la espera de soluciones desde la cúpula gubernamental, en detrimento del desarrollo y bienestar de la población.
En definitiva, pensar que el Presidente resolverá todos los problemas del país es una concepción obsoleta y contraproducente. Es momento de fortalecer la gestión local, apostando por una política de descentralización efectiva que brinde resultados tangibles y sostenibles en el tiempo.