Claudia Sheinbaum, presidenta electa de México, enfrenta su primer conflicto diplomático antes de asumir oficialmente el cargo. A pesar de que aún no ha tomado las riendas del país, la decisión de no invitar al rey de España, Felipe VI, a su ceremonia de toma de posesión ha desatado una controversia considerable. Este desaire se produce en un contexto de tensiones previas entre México y España, especialmente tras los llamados de Andrés Manuel López Obrador a disculpas por los agravios a los pueblos indígenas durante la conquista.

La decisión de Sheinbaum de omitir al monarca español ha sido interpretada como una continuación de la política de su antecesor. “No solamente es un agravio al presidente, sino al pueblo de México”, señalaron representantes del gobierno español en respuesta a la decisión. Desde 2018, Felipe VI ha estado presente en las ceremonias de toma de posesión de presidentes mexicanos, lo que intensifica la percepción de falta de diplomacia por parte del nuevo gobierno mexicano. Aunque la presidenta electa ha asegurado que México no romperá relaciones diplomáticas con España, este incidente ha reavivado el conflicto que se gestó durante la administración de López Obrador, dejando abierta la posibilidad de repercusiones en las relaciones bilaterales entre ambos países.

La comunidad internacional observa con atención como este primer desacuerdo de la administración Sheinbaum podría afectar las históricas relaciones entre México y España, que han estado marcadas por un entrelazado cultural y económico desde 1836. Algunos ciudadanos mexicanos han expresado su preocupación ante la falta de diplomacia, señalando que podría poner en riesgo la estabilidad de las relaciones internacionales del país. Con el futuro de estas relaciones en la balanza, Sheinbaum se encuentra en la posición de tener que manejar este delicado asunto en sus primeros días de gobierno.