Lo que hoy es un vibrante mosaico de fiestas, desfiles, conciertos y más, conocido como el Mes del Orgullo LGBTQ+, tiene profundas raíces en la historia de la comunidad LGBTQ+ y su lucha por la igualdad y la aceptación. Junio, en particular, ha sido marcado como un periodo emblemático para esta celebración en diversas partes del mundo.
El origen se remonta a un punto crucial en la historia de los derechos LGBTQ+: los disturbios de Stonewall. En junio de 1969, en el bar Stonewall Inn en el barrio de Greenwich Village, Nueva York, estallaron enfrentamientos entre la policía y miembros de la comunidad LGBTQ+. En ese momento, la homosexualidad era ilegal en la mayoría de los Estados Unidos y los bares frecuentados por la comunidad enfrentaban constantes redadas y persecuciones. La resistencia de los clientes del bar contra la injusticia policial marcó un hito significativo y se considera el catalizador del movimiento moderno por la igualdad.
Al año siguiente, en junio de 1970, se realizó la primera marcha del orgullo LGBTQ+ para conmemorar los disturbios de bar, iniciativa liderada por Brenda Howard, activista bisexual neoyorquina conocida como la “madre del orgullo”. Desde entonces, el mes de junio se ha convertido en un símbolo de la lucha continua por los derechos LGBTQ+, no solo en Estados Unidos, sino también a nivel global.
La emblemática bandera del arco iris, diseñada por Gilbert Baker en 1978 bajo la inspiración de Harvey Milk, ha llegado a representar la diversidad de la comunidad LGBTQ+. A lo largo de los años, la bandera ha evolucionado para incluir símbolos específicos que representan otras identidades sexuales y de género dentro del espectro LGBTQ+.
En América Latina, la lucha por los derechos LGBTQ+ también ha tenido sus propios hitos y desafíos desde la década de 1970. Países como México, Argentina y Colombia han visto la emergencia de movimientos y marchas del orgullo que buscan despenalizar la homosexualidad, combatir la discriminación y garantizar la igualdad de derechos.
A pesar de los avances legislativos, la discriminación y la violencia contra la comunidad LGBTQ+ persisten en muchas partes del mundo. En países como México y Argentina, los crímenes de odio basados en la orientación sexual o la identidad de género son una preocupación constante, según informes de organizaciones de derechos humanos.