La periodista Altagracia Salazar ha planteado una cuestión intrigante en su columna “Sin Maquillaje” que merece una profunda reflexión. En un evento que dejó perplejos a muchos, el presidente de la República anunció el cierre de la frontera en Dajabón a las diez de la mañana, solo para que unas pocas horas después, una patrulla militar detuviera un vehículo que transportaba a un grupo de haitianos que aparentemente había cruzado la frontera.

La pregunta es obvia: si la frontera está cerrada, ¿cómo lograron estos haitianos llegar tan lejos, incluso a los caminos de la provincia Santiago Rodríguez?

Las teorías y especulaciones no se hicieron esperar. Algunos, como el reconocido periodista Colombo, sugieren que el cierre fronterizo podría ser simplemente un medio para encarecer los servicios de tráfico de personas, en beneficio de ciertos elementos militares. Si esto fuera cierto, sería una situación preocupante.

La detención de este grupo de haitianos después del anuncio del cierre fronterizo, sin duda, arroja una sombra de duda sobre la capacidad del ejército dominicano para hacer cumplir las normas en la frontera. ¿Es que el ejército no tiene la competencia necesaria para mantener el control en las fronteras, o hay otros intereses en juego? Estas son preguntas que merecen respuestas claras.

Mientras se investiga esta situación, es esencial recordar que la seguridad en la frontera es una cuestión de suma importancia. El reciente asesinato de una familia y la creación de un grupo de autodefensa por parte del alcalde de Dajabón son indicativos de que algo no está funcionando correctamente en la frontera. ¿Quién garantiza la seguridad en esta zona crítica si ni el ejército, ni el Cesfront ni la policía pueden hacerlo?